domingo, 18 de mayo de 2014

Una observación socio-política desde el ateísmo: ¿Somos una sociedad de personas que debería suponerse que tenemos cerebros?

Orbis Beltré
Por Orbis Beltré - Relacionista público de ATEODOM / Asociación de Ateos Dominicanos

Siempre que intentemos entender el por qué de la rara forma de pensar de nuestros políticos de los tres partidos tradicionales, necesitaremos un DSM con las últimas actualizaciones. 

Esta opinión parecería irrespetuosa; los habrá que hasta se molestarán, pero no hay que inmutarse, Duarte hace ya más de un siglo que lo advertía en el siguiente pensamiento: "Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria".

Uno por obligación tiene que terminar aceptando, que aquellos hombres "sin juicio ni corazón" de los que habló Duarte en su tiempo que conspiraban contra la salud de la Patria, siguen existiendo hoy.

Para avalar esta consideración, nada más quiero hacer recuerdo del "negocio" con la Barrick Gold a través del cual, de cada cien dólares, el Estado dominicano sería dueño de solo tres dólares, mientras que la minera extranjera lo sería de 97 dólares.

¡Tremendo negocio saben hacer nuestras autoridades! 

Piense usted... hay que padecer de una patología psiquiátrica muy especial para ser tan perverso. Y eso no es exactamente lo que más debería causarnos asombro. 

Lo que sí debería causarnos más asombro es que en medio del sobresalto por tanta indolencia de parte del Gobierno dominicano, muchos, entre ellos reconocidos intelectuales, condenaban a la pobre Barrick Gold con todos los adjetivos despectivos del mundo, pero al mismo tiempo ensalzaban a Leonel Fernández cual cristiano evangélico a su dios.

¡El descaro de los gobernantes prevalecerá por la ingenuidad de los gobernados! 

No habría espacio aquí para citar la muy larga lista de casos de corrupción que nos legaron por ejemplo, las últimas dos administraciones de Leonel Fernández. 

Tan robado quedó el Estado dominicano por Leonel Fernández , que aun no se había posicionado bien la actual administración, y ya nos estaba imponiendo una reforma fiscal para reponer unos miles de millones de pesos que se esfumaron en los bolsillos del Comité Político del PLD. 

Ante el malestar social que generó aquella suicida reforma fiscal, viviríamos para el deleite de una novedosa modalidad de ser irresponsable y cínico. Como sabían que la gente estaba asqueada del muy famoso pero anticuado “borrón y cuentas nuevas”, ahora los ladrones de siempre serian indultados con el “no tirar piedras al pasado”.

Esto funcionó de lo mejor; es más, basándome en lo que se lee en nuestra historia política, estoy más que seguro de que Leonel Fernández volverá a ser presidente de la República. 

Como sociedad deberíamos revisarnos, no estamos pensando bien. Estamos desubicados de nuestra realidad más inmediata.

Por tener, no más que un "desde ahí" en el tiempo, diré que hace dos años que estoy escuchando las voces de algunos malos amantes de la utopía, exclamar que aquí en cualquier momento habrá una revolución. 

No pretendo echarle un balde de agua fría a nadie, pero ahora mismo no tenemos un pueblo capaz de reciprocar la significación de una revolución, y tampoco tendremos ese pueblo en muchos años.

Lo que pasó en 1965, y que nuestros historiadores han cometido la afrenta de llamar revolución, es el mejor referente para que sospesemos en estos momentos la posibilidad de que este pueblo se rebele de forma organizada contra este sistema que lo está matando. 

Lo del 65 fue un absoluto fracaso, y ni siquiera fue por falta de valor y de coraje, sino porque no teníamos un pueblo consciente de lo que quería. 
No es verdad que un pueblo resuelto a abrazar la justicia, la democracia y la libertad, iba a involucionar hacia un Balaguer que gobernó tres períodos consecutivos aplicando una contundente represión en todos los órdenes contra todo aquel que le adversaba. 

Y que no vengan los salmistas a poner de excusa la protección que recibió ese caudillo por parte de la intervención militar extranjera. ¡Eso no nos exime la desidia! 

Nuestra pereza para amar esta Patria quedó confirmada en 1986. No nos importó el haber logrado sacar a Balaguer del poder en 1978 tras doce años de terror; otra vez lo hicimos nuestro gobernante, y éste, bajo los mismos cánones políticos que ya nos había aplicado, continuó gobernándonos por 10 años más. El resto de la historia ya lo sabemos a partir de aquel estridente Frente Patriótico que tanto romanticismo causó. 

¡Cuánta "poesía"! 

El mismísimo PRD ya había proclamado que Balaguer tenía que ser considerado como el Padre de la democracia dominicana. Esto prueba una cosa: somos un pueblo sin memoria histórica. 

De ahí se explica por ejemplo, que Buenaventura Báez fuera tres veces presidente de la República luego de que en su mandado de 1857 comprara con dinero inorgánico la cosecha de tabaco del cibao, provocando la quiebra de ese importantísimo sector de la economía dominicana, y consecuentemente una sangrienta revuelta popular que lo obligó a salir huyendo hacia Francia. 

Hasta hoy este pueblo sigue enarbolando una moral muy cuestionable; hasta hoy este pueblo sigue practicando una lógica ilógica. Los Trinitarios lo saben, el Panteón Nacional lo sabe teniendo que soportar la sombra de Santana; Playa Caracoles lo sabe. Sépalo también usted y corra la voz, quién sabe si así podremos evitar que las generaciones futuras nos hereden este despreciable defecto.

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