domingo, 7 de diciembre de 2014

Como los hombres no paren

 Por José Antonio Martínez Rojas 

En un Congreso Nacional (senadores y diputados), compuesto mayormente por hombres, era lógico pensar que cuando se trató el tema del aborto, los legisladores se inclinaran por la posición de la iglesia católica que se opone pura y simplemente al aborto. Nada más aberrante viniendo de una curia que se supone tiene “hábitos de castidad” y cuando los violan, debería permitírsele a la mujer, sobre todo si es menor, la interrupción del embarazo, ya que como es costumbre, el hijo de cura le dice tío en lugar de papá, ya que los “votos de pobreza” tampoco le permiten ciertos desembolsos para mantenerlo.

La vida humana es única y muy preciosa. Cuando una madre va a la consulta de un ginecólogo porque siente dolores inusuales o flujo vaginal continuo y el especialista determina clínicamente que la madre está en peligro de muerte de seguir con el embarazo, el aborto terapéutico es la única solución al problema. Por tanto, dicho galeno no debería posteriormente ser acusado de haber prevenido el nacimiento de una criatura con riesgo de perecer ella y la madre o que el nonato tuviera defectos congénitos que lo convertirían en una pesada carga económica para la familia. La iglesia católica y tal vez otros sectores de mojigatos no se han detenido en pensar, que esa madre tiene otros hijos que necesitan de los cuidados que el padre no les puede suministrar, dada la característica de un progenitor no entrenado para el esmero que significa los deberes derivados de ese acontecimiento.
Cuando una menor es violada forzosamente por un individuo o varios y queda embarazada, ante la eminencia real de quién es el padre, debe ser permitido el aborto. Igualmente cuando es seducida por su padre, sea este adoptivo o real y queda grávida, por esta relación carnal incestuosa, el Código Penal o cualquier ley adjetiva, deberían permitir la interrupción del embarazo por medio curativos llevados a cabo por profesionales calificados (ginecólogos). Este flagelo infligido a una menor, le causa un trauma tan grande que se ve obligada a dejar sus estudios por temor a ser rechazada por sus condiscípulos. Además, si ella no trabaja ¿Cómo logrará mantener al hijo fruto de ese aberrante acto de salvajismo? Quedará marcada por el resto de la vida, sin que los que se oponen tajantemente al aborto acudan en su auxilio. Cabe recordarles, que los niños como antes no nacen con el pan debajo del brazo, por el contrario, una factura de la clínica u hospital, la dejará anonadada.
El padre Luis Rosario en declaraciones a este diario afirma que: “Danilo abre puerta a aborto”. Esta aseveración la hace a propósito de que el señor Presidente, Danilo Medina, ha observado el Código Penal y ha procedido a su devolución a las Cámaras sin promulgarlo. Los artículos observados fueron el 107, 108, 109 y 110 del Capítulo 1ro. sobre el aborto. De su parte, los padres Manuel Ruíz –defensor del violador polaco–, Luis Vásquez, Lorenzo Vargas y más de 50 sacerdotes y diáconos y algunos pastores evangélicos, se presentaron en la Cámara de Diputados y se pusieron a orar para solicitar a sus miembros que no aprueben el aborto terapéutico. Cabe resaltar que los comparecientes eran todos varones y tampoco paren. Sería interesante conocer el parecer de las monjas sobre este tema.
Resulta extraño que estos sacerdotes no se pronunciaran cuando el cura de la parroquia de Juncalito, Wajclech Waldemar (padre Alberto Gíl), o contra el nuncio de su santidad Jozef Wesolowski –para más deshonra decano del cuerpo diplomático– cuando abusaron de muchos niños valiéndose del respeto que su condiciones de prelados, infundían sobre estos menores. Pero ¡Como los hombres no paren! no tuvieron consecuencias inmediatas. El “sacerdote Gil” tuvo de defensor a raja tabla al padre Ruíz, que trajo ciudadanos de Juncalito para que declararan a su favor y la honra de este perverso cura polaco no fuera manchada. Olvidó defender asimismo, al padre Johnny de Constanza que abusó de varias niñas. Debido a acciones como estas y a la condición de dignatario del Nuncio, ese trío de abusadores salieron ilesos sin haber pagado sus culpas ante la sociedad.
Felicitamos al señor presidente Danilo Medina Sánchez, por la valentía externada al devolver sin promulgar el Código Penal con miras a la despenalización del aborto en determinadas circunstancias, hecho que debe entenderse como una reivindicación en favor de la mujer y que ésta en lo futuro sea tratada en igualdad de condiciones y no discriminada como pretendieron hacer la mayoría de los legisladores que se creyeron tan hombres como para apocar a la mujer, olvidando que pasaron nueve meses en el vientre de ellas; pero por esa mezquina animadversión contra ellas, podría inferirse que alguno de esos “valientes legisladores” por un “abortamiento” de la naturaleza, procedan de un varón.
Fuente: http://hoy.com.do/como-los-hombres-no-paren/
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