lunes, 3 de febrero de 2014

Ni con Dios ni con el Diablo


Quilvio Vásquez
Por Quilvio Vásquez – Presidente de ATEODOM / Asociación de Ateos Dominicanos.
En muchas ocasiones usted ha tenido que oír esta frase que expresa la diferencia entre dos puntos opuestos y que deja bien claro que se está en un punto medio. Usted será inmensamente bueno si está en el extremo de Dios, y será inmensamente malo si está en el extremo del Diablo.
La mayoría de las personas según esta expresión, rechazaran el extremo del Diablo porque la naturaleza del ser humano es la de rechazar el mal. Se podría decir que los hombres y las mujeres solo pueden conocer el mal, si lo encuentran en la enseñanza de su Dios. Léanme bien por favor, aquí estoy diciendo que una persona que se encuentra en el extremo de Dios y acepta la naturaleza humana, nunca, pero nunca, llegaría a ser una persona mala.  Si partimos de estos conceptos, en el mundo hay mucho más amor que odio, teniendo presente que el amor es una representación de Dios y el odio una representación del Diablo.
Estamos hablando de un mundo dividido en dos partes:
1-    Los hombres y las mujeres que están en el extremo de Dios
2-    Los hombres y las mujeres que están en el extremo del Diablo
Pero sugiero algunas divisiones más porque todo ser humano tiene una vida sujeta a su naturaleza de vivir y morir.  Cuando el ser humano nace, su conciencia está limpia, es una etapa en la cual es absolutamente ignorante de todo lo que le rodea y culturalmente es calificado de inocente. En esta etapa el ser humano está impedido de conocer el mal, porque dentro de él solo existe la naturaleza del bien.
Si es cierto que lo natural es Dios o mejor dicho el bien, entonces la inocencia es un estado del bien y solo puede cambiar por una intromisión del mal, que no existe en ese mundo inocente.
De acuerdo con el párrafo precedente, la inocencia es la parte de la vida en la cual no existe ni el bien ni el mal o mejor dicho, en la etapa de la vida llamada inocencia no existen ni dioses ni diablos, es decir que la inocencia es una etapa en la cual se enseña el bien o el mal, y los seres humanos están expuestos a recibir informaciones de dos partes de la vida, donde cada una se considera justa y necesaria.
 ¿Pero en qué momento de la vida un inocente está en capacidad de procesar las informaciones y escoger cuál de las dos sigue?  
Posiblemente tenga que pasar muchos años, porque sus primeros pasos para dejar la inocencia están precedidos por las observaciones que le mostraran las personas que le rodean y será muy difícil para él llegar a elegir qué es lo bueno y qué es lo malo, porque su mundo inocente rechazara el mal, de todas esas gentes que creen que están dentro del bien.  Él no comprenderá por qué las personas que le rodean entraron al mundo del mal, porque él viene de un mundo donde solo existe el bien
Lo natural es el bien, que es esa parte de nosotros que rechaza todo aquello que puede hacer daño, es decir que al entrar a la vida la propia naturaleza escoge todo aquello que es bueno, pero por selección natural, porque aún no tenemos la capacidad de hacer ningún acto que tienda al mal.
Debemos de tomar conciencia de la importancia que tiene la educación en la etapa de la inocencia y de lo importante que es enseñar a un ser humano inocente. Debemos de saber que los que pasamos de la inocencia donde solo conocíamos el mundo maravilloso del amor, tenemos un compromiso con los que están en el umbral del mal y pueden ser atrapados en una red de la cual no saldrán nunca, porque nosotros mismo admitimos que existe un mundo del mal, con el que tenemos que vivir.
Lo natural es el bien, la maldad se enseña, y se impone con la educación, principalmente en la enseñanza
religiosa, que predica constantemente que desde que nacemos traemos con nosotros el gen de la maldad.
Le haremos un gran servicio a la humanidad si logramos sacar la educación religiosa de nuestros hogares y formamos nuestros niños y niñas en los fundamentos de una moral donde solo se conoce el bien, un bien que no tiene nombre porque no se llama Dios, ni tiene reglas ni privilegios.
Si partimos del mundo de la inocencia seremos perfectamente tolerantes, admitiremos la libertad de pensar y crecerán nuestros niños y niñas en armonía con los y las demás, y un gran deseos de conocer más y más.
Enseñar a nuestros niños y niñas, que hay dioses que determinan el bienestar de sus vidas y que puede premiarlos si se comportan como él le dice, es reafirmar que es un privilegio el bien que ya existe en su conciencia, pero que hay fuerzas externa que son dirigidas por otro ser maligno y que lo puede engañar.
Si usted ha sido miembro de algunas sectas religiosas, sabe que este es el meollo de todas las doctrinas religiosas: tratar de enseñar que el niño esta expuestos a fuerzas exteriores que lo van a influenciar para que él lo siga; y para eso se inventan los libros sagrados, que fueron escritos por el mismo dios o el mismo diablo, y donde se establecen premios y castigos, para aquellos que elijan seguir a uno y a otro.
Tanto Dios como el Diablo son partes de la misma trampa, pretenden quitar responsabilidad al hombre por las decisiones que toman en su vida, porque el hombre, después que sale del mundo de su inocencia tiene capacidad de elegir, pero se le hace difícil utilizar su libertad si acepta las amenazas religiosas que provienen tanto de dios como del diablo.
El Ateísmo que es el mundo de la inocencia. Que no necesita de la existencia de dioses y de diablos. El ateísmo es el estado natural de la conciencia, plantea el mundo del conocimiento sin temores, lo cuestiona todo.  Para el Ateísmo el conocimiento es un proceso que nos lleva a la modificación y a la utilidad de las cosas.
Por nosotros los ateos y ateas, la naturaleza es desvelada y pone al servicios de los seres humanos los alimentos y las medicinas que perfeccionamos para evitar el sufrimiento. La meta de  los ateos y ateas es vivir nuestras vidas al servicio de los demás, sin sufrir ni hacer sufrir a nadie.
Una de las grandes amenazas que utilizan las religiones es lo que te van a hacer después que tú te mueras. Piensan en castigarte o en premiarte, en un extremo te entregarán la vida que tú puedes lograr ahora, y en el otro también te  entregan la vida que tú puedes lograr ahora. No te ofrecen nada nuevo, solo que después de la muerte tu gozo o tu sufrimiento ¡Serán por siempre! ¡Será por siempre!
Los ateos y las ateas sabemos que esta es la única vida que tenemos. Que millones de seres humanos han muerto creyendo en este castigo o en este gozo eterno, pero cada uno, desde los hombres que adoraron estatuillas, hasta los hombres que adoraron los seres mitológicos, y hasta llegar al hombre de hoy, que cree en el invento del dios único,  se forjó su gloria de acuerdo con su religión.  
Pero los ateos y las ateas estamos en disposición de convivir respetando lo que usted espera después de la muere. Y lo haremos  viviendo nuestras vidas, luchando por hacerla cada día más hermosas, sirviendo a los demás sin esperar recompensa, porque todos los demás trabajan para todos. Sabemos que tenemos un compromiso de regresar a la tierra de la que venimos, y aportaremos nuestras células a la naturaleza para que se fortalezca y siga siendo útil a los seres humanos que vienen detrás de nosotros.
Cada ser que nace lleva dentro de sí, el germen de su propia destrucción. Pero la vida es una lucha constante, es un eterno ir y venir, unos que nacen otros que mueren.  Cada ser que nace está en deuda con la humanidad, desde el momento que nace, y debe comenzar a pagar esa deuda sirviendo a los demás.