sábado, 13 de mayo de 2017

Ni bondad ni moral en el dios judeocristiano

Orbis Beltré
Por Orbis Beltré

Todos los creyentes en el dios judeocristiano no tendrían reparos en decir que la bondad de su dios es infinitamente superior a la bondad del hombre. Sin embargo, ninguna cárcel, ninguna prisión, ninguna penitenciaría de manufactura humana podría compararse en miseria, con el infierno bíblico.

Dirían los creyentes judeocristianos, que la superioridad moral de su dios es un hecho incontrovertible. Sin embargo, la psicopatía de un "personaje" como el dios judeocristiano desborda los límites de la escala de maldad, del Dr. Michael Stone. Las mentes más retorcidas que hayan desfilado por este mundo jamás fueron capaces de imaginarse sometiendo a sus víctimas a torturas interminables.

Los crueles se excitan con el dolor que les provocan a sus víctimas, se sienten poderosos, se sienten dueños del universo y desean ser vistos como el ápeiron.

Los crueles son meticulosos grotescos en su plan de hacer sufrir, porque hallan paz y gozo y grandeza espiritual en el crujir de dientes y en el pavor y en el desconcierto y en el desasosiego y en el llanto y en la súplica y en la humillación de aquellos sobre los que tienen poder.

Los crueles buscan satisfacción personal a través de sus crueldades, pero un “buen día” se sienten cansados del infortunio de sus víctimas, y deciden matarlas.

Los perversos, los depravados, los más degenerados, los más despiadados, los más resentidos, los más soberbios, los más engreídos, los más ególatras, los más sombríos y terroríficos torturadores de los que se tenga conocimiento en la criminología, siempre terminaron o siempre quisieron terminar causándole la muerte definitiva a sus víctimas... esta causa nos impone la sensatez y nos empodera con todas las razones para considerar a estos abominables psicópatas como sujetos bondadosa y moralmente más elevados que el dios judeocristiano.

No puede tener ninguna perfección; no puede tener ninguna belleza; no puede tener ninguna bondad; no puede tener ningún atributo moral, un dios que su desquite no se limite a negar un perdón, sino que además somete a su reo a las peores vejaciones y al mismo tiempo le prohíbe la muerte para que este no tenga la más remota posibilidad de escapar de aquel sufrimiento eviterno prometido en el infierno bíblico.