viernes, 7 de mayo de 2010


Por Orbis Beltrè
Miembro de la Asociación Dominicana de Ateos

NO HABLAR LA VERDAD SE HA VUELTO UN ACTO DE PRUDENCIA

Una y otra vez, muchas veces me he preguntado sobre si será verdad que el Estado Dominicano ha asumido como su principal meta educar a sus ciudadanos. Esa interrogante ha sida tan desde siempre en mi, que estoy seguro de que ya es un cromosoma más en mi composición biológica.

Cada día que transcurre en nuestro país, es un día que se va al pasado cargado más que de otras cosas, de la frustración, indignación e impotencia que sentimos algunos dominicanos que vivimos el triste pesar de comprobar en todo momento la ausencia de buenas autoridades.

A veces pienso que debe ser que al Estado Dominicano se le agotaron los argumentos para querer prevalecer en el mundo. Me he atrevido a veces a resignarme y aceptar que no saldremos del atolladero en que estamos metidos hasta la nariz, cuando veo que somos tan incompetentes o tan perversos que, o no sabemos leer un contrato, o nada nos importa que en el mismo haya cláusulas perjudiciales a la nación toda vez que aprobarlo y firmarlo nos transfiera el beneficio personal.

Extremadamente sorprendente es el hecho de que no haya entre los poderosos de nuestro país (civiles, policías o militares), una voz que se exprese en términos contundentes contra el descaro, la irresponsabilidad y la falta de respeto con que desde la fundación de nuestra república se ha estado interpretando y asumiendo la administración pública hasta el nivel de hacernos sentir que somos un manojo de estùpidos.

A pesar de que en República Dominicana se vive bajo un régimen “democrático”, percibo que nos hemos acostumbrado a desconocer qué es eso y para qué sirve. Sin conciencia o con ella, hoy somos portadores de un silencio letal. Se trata de un tipo de silencio diferente al de hospital, es un silencio de voces que no callan pero que dicen muy poco de la verdad por “amor” a la prudencia.

El intelectual dominicano debe ser en el mundo el ser más “prudente” y a su vez el más desposeído de dignidad. De otra forma no es explicable la vergonzosa realidad que estamos viviendo los dominicanos. Los medios de comunicación, por ejemplo, que deberían ser la herramienta por excelencia para concienciar a la población y para enfrentar sin piedad ni tregua a los malvados que han dañado la reputación de nuestra gente, han sido asaltados y permanecen secuestrados por, salvo algunas excepciones, una manada de cobra sueldos y coge pesos, que se lo pasan hablando sandeces.

Suma desmemoria tenemos para no recordar que desde que Trujillo desapareció físicamente hasta hoy, han transcurrido casi 50 años y todavía no hemos resuelto problemas como los apagones, falta del suministro de agua potable, ausencia de un servicio sanitario decente, deficiente sistema educativo, desconfianza hacia las autoridades y un largo etcétera.

Los partidos políticos grandes están compuestos por personas extremadamente peligrosas debido al altísimo índice de irrespeto que por ellos mismos exhiben. Más de cuatro décadas nos advierten la mala reputación de ellos y la envergadura de su cinismo al pretender perpetuarse en el poder a través de las más despreciables vicisitudes que padecemos los dominicanos, entre ellas el hambre.

Es humillante tener que presenciar a estos vándalos promocionando sus respectivas candidaturas repartiendo plátanos, huevos, arroz y habichuela, dinero y hasta puerquitos. Es deprimente tener que aceptar el olímpico nivel de idiotez que irradiamos la mayoría de los dominicanos y cómo la comunidad internacional se hace cómplice al no criticarnos como se debe.

Repudiar aquellas acciones que subestiman la inteligencia y que desprestigian la significación de ser humano, es competencia de todo hombre y de toda mujer razonable sea de donde sea y viva donde viva.

Estoy seguro de que incurre en el acto más deshonesto aquel dominicano que se sienta orgulloso de serlo. Un dominicano que conozca las instituciones públicas de nuestro país, tiene que reconocer que hemos fracasado como nación, y que ante el mundo no somos más que un enorme fraude.

A propósito del joven universitario que haces unos dias fue golpeado hasta sangrar por parte de un agente policial porque supuestamente “alentaría” una protesta contra de la Barrick Gold, estoy cada vez más asombrado de cómo se ha expresado la repulsa pública en contra de dicha negociación entre el Estado y esa empresa extranjera.

Todas o la mayoría de las cosas que se dicen y hacen es en contra de la desgraciada Barrick Gold. Da la impresión de que la Barrick Gold vino al país con un texto redactado por ella y sólo conocido por ella, que se presentó al congreso y que allí obligó a punta de pistola a nuestros legisladores a aprobarlo, y de paso, asimismo, consiguió que el presidente de la república lo firmara, pero siempre, sin que nadie lo leyera.

Si tal contrato está viciado en perjuicio del Estado Dominicano, los únicos responsables son los diputados, los senadores y el presidente de la república. De manera que, para que no parezcamos más ingenuos de lo que podría ser, dejemos de mencionar la Barrick Gold, y que las protestas sean en contra del Congreso Nacional y del Poder Ejecutivo, o que no haya protestas.