República Dominicana es, ante la mujer, un Estado abusador. Para muestra, empecemos con este dato: a la mujer dominicana, no obstante ser la mitad de la población, y no obstante haber sido desde la fundación de la República, una protagonista activa en los más importantes acontecimientos ideológicos, bélicos y de paz, económicos, sociales y culturales que nos han formado como nación, solo se le reconoce una matrícula de un 33% en los partidos políticos.
Tristemente, salvo por muy breves y excepcionales momentos, nuestro país ha sido dirigido por peligrosísimos delincuentes desde el santanísmo/baecísmo hasta estos días del balaguerísmo/peledeísmo. Puede que esto explique el por qué es tan vergonzoso el nivel de conciencia que tenemos como sociedad, y el por qué estamos tan lejos de cumplir las denominadas metas del milenio, especialmente el punto 3 de las mismas, que fueron trazadas por la ONU en el año 2000 con alcance al año 2015. Hago este preámbulo, para enrumbarme sin muletas hacia la indignación que me motiva estas líneas.
El 25 de noviembre de 1960, nuestro pueblo, azotado por una desenfrenada psicosis de perversidad, tuvo que ver cómo se derramaba la sangre de las tres ilustres mujeres por las que actualmente se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este acontecimiento fue -sin dudas- lo que precipitó la caída de la dictadura trujillista el 30 de mayo de 1961.
Aquella sangrienta tiranía que el 25 de noviembre de 1960 colocó a las hermanas Mirabal en su estadística de muerte, llegó a su fin 6 meses después. Entonces, ya sin Trujillo en el escenario, en el verano de 1962 fueron llevados a juicio los autores materiales del crimen contra las Mirabal. Tales asesinos fueron condenados a 30 y 20 años cada uno por separados. Pero aunque usted no lo crea, el Estado dominicano se confabuló como de costumbre con los delincuentes, y estos no llegaron a cumplir ni siquiera dos años en prisión. En los primeros meses de 1965 todos fueron sacados de la cárcel, y ninguno de los gobiernos posteriores se interesó jamás en perseguirlos y en hacer que cumplieran sus merecidas condenas.
Quiero salvar la prestancia de las hermanas Mirabal, porque su perfil, su encumbrado valor expresado en su lucha por la libertad y el respeto de la dignidad humana, obliga a la historia a colocarlas en su solio más sagrado, y nos deja muy bien claro que son, esas mujeres, de una estirpe sin igual.
Los impunes asesinos de las hermanas Mirabal, son la mancha indeleble de la democracia dominicana, mancha que cada día el Estado se ha encargado de agrandar más y más.
Ante el 25 de noviembre y el 8 de marzo, nuestra sociedad debería echarse a llorar, no de pena, sino de complicidad y de culpa. De complicidad y de culpa, porque respecto a las amenazas que en contra de la honra y del bienestar de la mujer se han levantado siempre, hemos sido excesivamente tolerantes. Solo hay que darse una vuelta por el Panteón Nacional, para observar cómo erigimos frente a la morada final de la heroína María Trinidad Sánchez, la tumba de un insolente como Pedro Santana, que fue quien vilmente ordenó su fusilamiento.
Es un pesar tener que admitirlo, porque hemos de imaginar que el mundo no nos va a ver con buenos ojos, pero en lo inmediato, el Estado dominicano, del año 2005 a diciembre de 2013 ha visto morir asesinadas por feminicidio a 923 mujeres, ante lo cual su único rol ha sido apresar a algunos de los acusados, juzgarlos y continuar esperando la próxima víctima, y la próxima y la próxima.
El presente año, que apenas ha agotado su segundo mes, aunque a usted le parezca insólito ya lleva en su cuenta más de 14 mujeres asesinadas por hombres, asesinadas por lo que al parecer es un "dejar hacer dejar pasar" de esta cultura patriarcal.
Y República dominicana, ante la mujer, ¿qué es?
República Dominicana es ante la mujer, un Estado indolente, apático y morboso; desconsiderado en extremo.
Pero no quiero extender estas líneas demasiado, prefiero intentar hacerle entender y comprender al lector o lectora, la razón de mi ensañamiento contra el Estado dominicano y la actitud de sus autoridades en cuanto a esta escalofriante realidad que continúa propiciando la muerte de la mujer.
Las hermanas Mirabal y Edith Gómez, ¿qué relación hay entre estas mujeres?
No hay ninguna relación entre estas mujeres, o más bien sí, hay una relación: la impunidad que en nuestro país la política garantiza a los asesinos, a los delincuentes de Estado.
Observen a este personaje: se trata de un político, alto dirigente del Partido Reformista
Social Cristiano (PRSC), aliado del partido de Gobierno, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Este personaje ha sido funcionario público en los diferentes gobiernos de los tres partidos políticos de nuestro desacreditado sistema democrático; actualmente es el presidente de la Liga de Beisbol Profesional Dominicano.
Leonardo Matos Berrido |
El nombre de este personaje es Leonardo Matos Berrido. Es un vulgar y cobarde asesino de mujer. El 31 octubre de 1982, este político asesinó de varios disparos a su entonces esposa Edith Gómez, peruana de origen.
Los celos le motivaron a asesinar a esa mujer, a su esposa. Y lo hizo con saña: ubicó dónde estaba estacionado el carro de la víctima, le desinfló las gomas (neumáticos), y esperó escondido. Cuando ella regresó a su carro y se dispuso a tratar de solucionar el problema, aprovechó y la asesinó a balazos. Luego alegó que la asesinó porque sospechaba que ella le era infiel, como si eso, en caso de que hubiera sido cierto, le facultaba a él para privar de la vida a un ser humano indefenso, a esa mujer, su entonces esposa.
¡Ahora respire profundo!
Este vulgar y cobarde asesino, no fue condenado por este vergonzoso hecho, y no solo eso, continuó siendo un gran dirigente político de nuestro país, y desde allá hasta hoy ha sido figura pública ocupando diversos cargos en la administración del Estado dominicano.
Este vulgar y cobarde asesino de mujer, es todo un “señor de buenas costumbres”; así lo exhiben las recepciones sociales de la alta alcurnia ante los medios de comunicación de nuestro país y del mundo, un gran señor de la sociedad.
Leonardo Matos Berrido, es un "hombre" que después de ser un vulgar y cobarde asesino de mujer, robó a dos manos y dos patas en cada una de las instituciones del Estado en que fue nombrado siempre, y hoy, ahora mismo, está cobrando una pensión estatal millonaria que se auto asignó y que usted y yo le pagamos con nuestros impuestos mientras él no se inmuta quizás porque es eso, un vulgar y cobarde asesino de mujer, que para completar es además, un político altamente apreciado por gobiernos de funcionarios corruptos... uno más de los muchísimos que desgraciadamente tenemos.
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