Orbis Beltré |
Por Orbis Beltré - Relacionista público de ATEODOM /
Asociación de Ateos Dominicanos.
Por supuesto, es
indignante y nos hiere la conciencia toda la miseria que cada día vemos en nuestro
mundo. Pero, amigas y amigos, son más las personas que segundo a segundo están
haciendo buenas obras.
No demos a un
simplismo utópico que como criaturas estamos, evidentemente, camino hacia una
vida resuelta en felicidad absoluta.
La humanidad se
impondrá como agente de bienestar, y se perpetuará en el tiempo hasta
dispersarse por la vastedad infinita del universo por los siglos de los siglos.
No es verdad que
perecemos ante la injusticia que practica una minoría enemiga del mundo. El cerebro humano se está lavando la mugre que por milenios lo ha estado atrofiando entre luces que han sido forzadas a apagarse, y sombras que se han impuesto a salves de ritos a dioses que paradójicamente se justifican en demonios.
¿Cuánto no hubieran deseado los enemigos del progreso humano, la imposibilidad de esta maravillosa
cosa que se llama internet, que nos ofrece, sin movernos de un rincón,
acceder a todas las bibliotecas del mundo y leer de todo? Sin embargo, miren lo
que tenemos hoy...
Hace poco rato que estaba yo hablando simultáneamente, desde la sala de mi casa y de gratis, con 10 personas de diversos países. Una de esas 10 personas es de Japón, y siempre me escribió en su idioma y yo en el mio, y nos entendimos como si hubiésemos sido dos dominicanos o dos japoneses. ¡Oh! ¡Qué bella cosa el traductor Google!
Es inevitable que
pensemos que cada mañana será un mejor escenario, y que conforme pase el tiempo
tendremos más medicinas y menos enfermedades, más y mejores cosechas, y menos
hambre.
Conforme pase el
tiempo tendremos más escuelas y universidades, y menos cárceles; conforme pase
el tiempo seremos más solidarios y llegaremos a vivir en armonía, alegres. Ya nuestro objetivo
como personas no estará fijado en lo particular ni mundial, sino en lo social y
universal.
El ser humano está
avanzando a pasos agigantados hacia el bien. Y no es verdad que no haya sobrados fundamentos para decir esto. Para muestra, basta, en cuanto a nuestra sociedad, viajar 50 años al pasado de República Dominicana: la diarrea aquí era la primera causa de muerte
infantil, ya no.