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Por Orbis Beltré
PRIMERO: el ateísmo no niega a ningún dios; de hecho, el
ateísmo tampoco prescribe la inexistencia de dioses. Los dioses, desde el
ateísmo, se reputan existentes en cada libro "sagrado" que hable de
un dios, y se los considera como una manifestación cultural, o sea, una
creación humana.
SEGUNDO: el ateísmo no apoya ni promueve la
homosexualidad, sino que, no distingue entre un homosexual y un heterosexual; a
ambos los ve simplemente como seres humanos. Si los ateos hemos causado la
impresión de que estamos a favor de la homosexualidad, es porque se pretende
ilegitimar nuestra postura contestataria ante cualquier actitud de
organizaciones religiosas o de particulares, dirigida a mancillar el honor de
seres humanos, por su orientación sexual.
TERCERO: el ateísmo no es un manual antirreligioso; es,
no más, la otra cara de la moneda, la otra visión de lo existencial, de la
naturaleza, de la vida, del universo y del sentido que todo esto pudiera o no
tener.
CUARTO: el ateísmo no es una creencia, sino un llamado a
la sapiencia. Y se apoya para ello, en la promoción de la duda. Descartes decía
que se podía dudar de todo, menos de la duda; pero los ateos decimos que hay
que dudar incluso de la duda, y de la duda de la duda, y de la duda de la duda
de la duda, y seguir dudando. El ateísmo tiene por objeto todo lo contrario de
lo que tiene por objeto la religión; el ateísmo quiere a un ser humano que se
vea cada vez más pequeño ante su capacidad de asombro; el ateísmo quiere a un
ser humano que jamás ponga límites a su imaginación; el ateísmo quiere a un ser
humano investigador acucioso, que le mantenga siempre y por siempre impedida la
entrada a su léxico, a las palabras “eso no se puede saber”.
QUINTO: en cuanto a las iglesias y Estado, el ateísmo
solo aboga porque las iglesias no manden sobre el Estado, porque las iglesias
no se abroguen las responsabilidades del Estado en materia de legislar para una
cohesión social basada en el respeto y la tolerancia de la diversidad
ideológica por la que se caracterizan los seres humanos. El Estado es objetivo,
es de todos, por todos y para todos; mas las iglesias son de carácter subjetivo
y particular. Planteamos no un Estado ateo, lo que planteamos es un Estado
laico.
SEXTO: no postulamos los ideales ateos como la solución
de nada. El ateísmo, ante los retos de la humanidad y respecto a la religión,
solo advierte un camino –tal vez- mucho más largo, aunque no necesariamente más
difícil de recorrer, en la búsqueda de una felicidad sensata más allá de
nuestra niñez.
SÉPTIMO: sí, los ateos nos reunimos, pero diferente a
las reuniones de religiosos, las nuestras son para exponer ideas y debatirlas…
no hay entre nosotros una idea incuestionable; no hay entre nosotros a quién
rendirle culto; no hay entre nosotros una autoridad mayor que el Método
Científico.
OCTAVO: a los ateos no nos interesa convencer a nadie.
No vamos por el mundo diciendo que somos los que estamos correctos; y tampoco
ofrecemos o garantizamos a quienes decidan ser ateos, paz, prosperidad, salud,
felicidad, ni una vida eterna sin problemas de ningún tipo. El ateísmo no es
atractivo, no es un producto que pueda ser vendido. Por eso se llega a ser ateo
por uno mismo.